
Tras 32 años de servicio, Carlos Miguel Dávila Acosta, educador ignaciano se jubiló del Gonzaga. Han pasado más de 32 generaciones formadas por este educador que inicio a los 28 años su vida en nuestra institución.
Él ha pasado por las diferentes instalaciones desde el Centro hasta llegar a La Armenia. Hemos querido recoger algunos testimonios de quienes fueron sus estudiantes y amigos.
Cristian Quelal, ex alumno graduado en 2014, actualmente estudiante de diseño aeronáutico en la ciudad de Hamburgo, comenta que
«Fue un buen profesor de matemática, geometría y estadística, materias que en la actualidad me sirven para mi carrera»

Otra de nuestras ex alumnas, Salomé Ortiz, promoción 2017, comenta que «siempre será uno de mis profesores favoritos, uno de los que me enseño que me gustaba mucho las matemáticas… siempre demostró tener una calidad de persona muy valiosa tanto dentro como fuera de las aulas»
Y no solo ellos se manifestaron, de distintas generaciones han acudido a Facebook a mostrar su cariño y admiración por Carlitos Dávila.
Iván Leiva, compañero de cátedra, trabajo y amigo, comenta lo siguiente: «él quien me dio esa dosis de confianza para ingresar al aula de clases. Recuerdo, muy joven todavía, que me dijo con fe, con fe, vaya con seguridad, duro con ellos… la verdad eso me marcó».
Carlitos Dávila, como lo llaman las personas que lo estiman, es todo un personaje; alegre, carismático, buen docente y, sobre todo, buen ser humano dentro y fuera del Gonzaga, siempre lo recordaremos cómo parte de esta institución.
Gracias Carlitos, gracias por todo.



La Coordinación de Formación Espiritualidad programa y facilita espacios de crecimiento espiritual para los distintos miembros de la comunidad y promueve la identidad ignaciana.
Buscando dar respuesta a la complejidad de las dinámicas sociales, la acción social consciente es un verdadero bastión de lucha por una sociedad humana, justa y equitativa. Al hablar de una acción social consciente se debe tener una visión que contribuya con la transformación social a través de la toma de conciencia de nuestra condición de seres humanos como un solo complejo donde todos los miembros sean reconocidos como actores y poseedores de una diversidad de recursos necesarios para conformar un verdadero proyecto humano.

