Por Coordinación de Espiritualidad Gonzaga
En el 2015 el mundo recibió con agrado el “Laudato Si”, la segunda encíclica del papa Francisco. En ella, el sumo pontífice resalta el valor del planeta Tierra, refiriéndose a él como la casa común y su texto, lleno de reflexiones, sorprendió por el gran énfasis que hizo en torno a la defensa de la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas. Francisco realizó una fuerte crítica al consumismo y alertó sobre la necesidad de combatir la degradación ambiental y el cambio climático. Además, pronunció frases tan polémicas como: “La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” y “necesitamos una revolución valiente”.
¿Cómo educar para el reconocimiento de la complejidad y en una ética sobre el cuidado de la casa común?, ¿cómo trasformar el pensamiento de los tomadores de decisiones hacia la comprensión del desarrollo sostenible integral? Estas son algunas de las preguntas que aborda la Laudato Si y sobre la que muchos han dado su opinión.
“Laudato Si del papa Francisco es un gran regalo para la humanidad: con el fin de evitar una coalición catastrófica de la economía global y el medioambiente, la humanidad necesita urgentemente cambiar la trayectoria y funcionamiento de la economía global”.
Laudato Si rechaza la economía de mercado contemporánea desde las perspectivas ética y científica. Por un lado, es una economía que se basa en el incremento del consumo de la sociedad como un todo y de cada uno de los individuos. Según el papa Francisco, la actual idolatría del consumo (comprar y tirar en el espiral de la obsolescencia programada), conduce a una degradación de la dignidad humana puesto que restringe sustancialmente la posibilidad de que se detonen los potenciales esenciales de hombres y mujeres como individuos y como colectivo social: su desarrollo cultural, estético y espiritual, el goce por la naturaleza, y la solidaridad con sus congéneres, sin la cual no es factible erradicar la pobreza y la exclusión.
En la encíclica se señala que no es dable confiar en la economía de mercado de hoy y en los posibles desarrollos de la tecnología como medios para superar la profunda crisis socioambiental. Francisco concluye: “La política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana”.
«Laudato si´ le confiere una gran importancia a la justicia y la solidaridad intergeneracional junto a la responsabilidad ético-ecológica, y las complementa con la justicia y la solidaridad con los pobres; la opción preferencial por los pobres forma parte del bien común en un mundo de tantas y tan grandes iniquidades; valores esenciales para todos quienes hacemos parte de nuestro Gonzaga ecológico.